1
Cristo, mi piloto sé en el tempestuoso mar.
Fieras ondas mi bajel van a hacerlo zozobrar.
Mas si tú conmigo vas, pronto al puerto llegaré.
Carta y brújula hallo en ti. ¡Cristo, mi piloto sé!
2
Todo agita el huracán con indómito furor;
mas los vientos cesarán al mandato de tu voz.
Y al decir que haya paz, cederá sumiso el mar.
De las aguas, tú el Señor, eres mi piloto fiel.
3
Cuando al fin cercano esté de la playa celestial,
si el abismo ruge aún entre el puerto y mi bajel,
en tu pecho al descansar quiero oír tu voz decir:
"Nada temas ya del mar, tu piloto siempre soy".