1
Busquemos la patria de justos y santos,
do mora la dicha, do reina el amor.
Dejemos ahora fugaces encantos
que ciegan y llevan a eterno dolor.
2
Hermanos viajeros, felices marchemos,
delicias eternas allí Dios dará;
pues sobre collados de gloria andaremos,
y herencia esa tierra de todos será.
3
Deseamos, hermano, en camino llevarte.
Por ti detenidos estamos; ¡oh ven!
En Cristo confía, que anhela salvarte
y hacerte morar en su célico Edén.
4
Tal vez desconfiado, te estás preguntando:
"¿Quién puede mi negra conciencia limpiar?"
Jesús es el único; ven, pues, orando:
"Señor, haz que pueda a tu reino llegar".