1
Huye cual ave a tu monte,
alma abrumada del mal;
allí en Jesús, clara fuente,
lava tu lepra mortal.
Huye del mal vergonzoso,
clame tu ser, temeroso;
Cristo te ofrece reposo,
¡oh! alma abrumada del mal;
¡oh! alma abrumada del mal.
2
Quiere el Maestro salvarte,
tu llanto enjugará;
promete nunca dejarte,
defensa fiel te será.
Ven, pues, va el día volando;
no andes más suspirando
ni te detengas llorando:
tus males Jesús quitará;
tus males Jesús quitará.