1
Jamás podrá alguien separarnos
de Cristo nuestro Redentor
ni cosa alguna arrebatarnos
el gozo de su tierno amor:
ni luchas, pruebas o dolores,
ni amenazas o aflicción;
ni aun este mundo y sus honores,
su pompa, gloria y tentación.
2
Con furia loca lo azotaron,
y así humillaron al Señor,
y sin piedad atravesaron
las manos de mi Salvador.
A esos pies que lo llevaron
a dar salud y a bendecir,
horribles clavos traspasaron,
la suerte humana al compartir.
3
Qué horror que por mi vil pecado
el Salvador así sufrió,
que por mis culpas fue azotado
y burlas crueles recibió.
¿Ingratos hemos de alejarnos
de Aquel que tanto nos amó,
y con anhelo de salvarnos
su propia vida entregó?