1
Jerusalén, mi amado hogar, anhelo en ti morar;
tus calles de oro recorrer, lucientes como el sol;
tu río cristalino ver, hermoso sin igual;
y en sus verdes márgenes tranquilo reposar.
Coro:
¡Jerusalén! ¡Jerusalén;
Jerusalén, mi amado hogar!
¡Oh, cuándo te veré!
2
Jerusalén, mi amado hogar, en ti no habrá dolor;
el llanto no existirá, ni muerte, ni clamor;
allí no habrá enemistad, pues reinará el amor,
y solo habrá felicidad con nuestro Redentor.
3
Ansío pronto a ti llegar, mi celestial hogar;
con mis amados que perdí, hallarme otra vez,
y conocer a Abraham, a Eva y Adán;
y contemplar el rostro de Jesús, mi Salvador.