Prefirió dejar el lujo de una vida temporal,
el desierto fue su escuela de renuncia y humildad,
entendía claramente su llamado a santidad,
su propósito en el mundo: al Mesías anunciar.
Se mezclaba con la gente y sentía compasión,
él sentía el peso enorme de su solemne misión,
en la soledad oraba, meditaba en su Creador,
voz que clama en el desierto: pronto viene el Salvador.
Cambien su pensar,
Dios pronto vendrá,
dejen sus pecados, busquen santidad;
por favor despierten, miren su maldad,
quebranten sus almas y una luz ha de brillar.
Oh escribas, fariseos,
¿por qué impiden que el
perdón sane hoy sus corazones?,
¿haga mella en su interior?
Solo son oportunistas que se creen de lo mejor,
mas a Abraham Dios dará
hijos de las piedras que ven hoy.
Si la vida y el carácter no armonizan con su Ley,
oye bien, no importa el puesto,
no seremos de su grey. Hoy quitemos las caretas,
decidamos serle fiel y
con humildad mengüemos
para que hoy crezca Él.
Todos los cansados, venid y descansad,
he aquí el Cordero que sus vidas cambiará.
He aquí el Cordero que sus vidas cambiará.