1
Amar a alguien con más intenso amor,
y hoy guiar al que errante va;
orar con noble pensamiento a Dios
y un dulce sonreír,
hasta el atardecer,
es mi deber.
2
Buscar verdad cual ciego busca luz;
hacer mejor desde el amanecer;
cuidar mi corazón para Jesús;
y a su divina voz,
si llama, responder,
es mi deber.
3
Luego, al comparecer ante él allí,
cuando acabada aquí mi obra esté,
le rendiré homenaje a sus pies,
dentro de la ciudad,
donde él coronará
mi gran deber.