Oh Padre, eterno Dios,
alzamos nuestra voz
en gratitud
por lo que tú nos das
con sin igual amor,
y hallamos dulce paz
en ti, Señor.
Bendito Salvador,
te damos con amor
el corazón;
acepta, oh Señor,
lo que en tu altar
venimos a ofrendar
cual vivo don.
Espíritu de Dios,
escucha nuestra voz,
y en tu bondad
derrama en nuestro ser
divina claridad,
copiosa bendición
y santidad.